Ramiro

por María José De Prado


Vincent vistió de rojo con su nombre el pasto.
Las paredes leprosas me miran con ojos oxidados. Esperan conmigo
la respuesta que me estuvo buscando abajo.
Intento salir por los barrotes cuando la puerta se abre, imitando
al hombre el aire.
Las manos quieren vestirse de sangre.
El viento se disfraza de voz.
Me golpea por la espalda.
La máquina en su eterno bostezo
se ríe a carcajadas con dientes negros.
El cielo me mira por la ventana.
La boca frívola se viste de carmín.
Las palabras de tanto repetirse se vuelven ajenas.
El fax canta para confirmar su existencia. Las cosas tienen que
suceder dos veces para ser ciertas.
Cuatro por una cuatro. Cuatro por una una. Pregúntale a Freud que
piensa del cuatro. ¿Piensa?
El azul se desviste de Prusia.
La iglesia que nos mira desde arriba. A ti, a mí, o al poste.
Las cosas que dice el pasto.
Pasto enfermo.
Teñido de nombre.
Pasto.


Derechos Reservados. Copyright, Péndulo 1995. México.