Minimalia

por Ingrid Gallo


Justo cuando estallas por dentro,
y el rojo de las arterias empieza
a escurrirse y a inundarte, es
cuando decides que necesitas aprender
a nadar en los charcos.

* * *

No sé beber tequila
pero te amo.

* * *

Tengo dos cortadas en la muñeca izquierda y no sé por qué lo hice.
Quería ver si así ya te me salías de aquí, de adentro,
pero no funcionó...
Anoche otra vez soñé contigo.

* * *

Al sentir tu cuerpo junto al mío
me di cuenta que nuestros corazones
latían a un ritmo diferente...
Me olvidé que usabas marcapaso.

* * *

Por tu culpa ahora creo en fantasmas...
En esos de los que uno nunca se puede deshacer.

* * *

Hoy puedo morirme más del corazón sin saber que estuvo vivo.
Es mejor creer que no todo tiene respuesta, acurrucarme debajo
del cielo septembrino y cortarme las uñas una a una:
En ellas he escrito las letras de tu nombre.

* * *

Nunca pensé en verte como a
un papel de estraza:
tosco, áspero y sin blanquear.
Creo que tengo hambre.

Volteo y veo que te cortas el lóbulo y sangras y es de ahí, de donde viene el silencio de tu corazón.
Ahora lo entiendo.
Nunca pude estar ahí metida.
No puedo hacer ya nada más.
Es mejor que recemos de rodillas por la sangre que has perdido
y nos besemos.

* * *

La palabra debe comerse muy lentamente.
Puede disolverse y volver a combinarse sólo si se le derrite
en la lengua.
Y hay que tener mucho cuidado de no babearla
porque cuando se evapora una letra,
se rompe el hilo que iba a unirnos a los seres superiores.


Derechos Reservados. Copyright, Péndulo 1995. México.