Esta casa

por Gaëlle Le Calvez


Esta casa ya no es mía.
Se ha vaciado de mí y sin embargo sus
paredes siguen deslavándose: de mí,
de ti; de nosotros hermano.

Me desperté temprano para
despedirme de este cuarto luminoso
ahora lleno de cajas y recuerdos,
de largas tardes de lectura,
largas horas y momentos de ternura.
Se han ido quemando
pasiones interrumpidas
caricias y besos friolentos
de húmedo jardín.
Pero ya nunca
ya nunca.
Mi casa ya no es mía.
He enterrado llantos gritos
divorcio.
Y hoy me entierro a mí misma.
Vengo a llorar sobre la piedra que aplasta mi niñez,
mi perro muerto;
mis tormentos de agua contenidos.
Vine a llorar sobre mi tumba,
sobre la tuya; sobre la nuestra, hermano.

Los pájaros vinieron, todos.
Me acerqué y por primera vez
se quedaron a mi lado.
Me consuela su vuelo
inquieto, efímero;
su canto y ajetreo.
Vienen y van
una y otra vez.
Pero yo no podré volver.

He dejado risas,
en esta casa;
he dejado vida que hoy me abandona.

Me voy, me voy.
Aquí sólo permanecen fantasmas.
Hojas secas caídas de mi pecho.
Amargos abrazos y perdones, y miedos.
Queda un jarrón roto en la esquina del patio
y un pájaro muerto en cada cuarto.

Entierro rencores,
llagas llenas de tierra abierta.
Ya nunca,
ya nunca.

Parto, sí; pero sólo en parte.
Dejo fragmentos de mí,
en cada puerta, en cada espacio.
En cada tanto,
en cada tanto.

Vengo a estar contigo, casa,
mi ya no casa.
Contigo, contigo;
como tanto lo he estado.
A llorar por ti, por mí, hermano,
que ya tampoco somos nosotros.
Ni somos uno,
ni familia; ni casa.

Hoy dejo piedras
sobre mi tumba,
y no flores.
Para que no se derrame
mi vida.
Para que no
se inunden de sal,
los muros; las camas
de esta casa que ya no es mía.
Estoy fuera y tan dentro,
llena pero tan triste.

Me voy vaciada,
me voy.
Porque ya nunca
Porque ya no es
ya no
ya nunca.


Derechos Reservados. Copyright, Péndulo 1995. México.