Yovuelotúvuelasélvuelanosotrosvolamosellosvuelanustedesvuelanvosotros
voláis ¿por qué vosotros, quién dice vosotros, quienes voláis? Pablito
el obseso de la gramática.
Los cortineros de la casa tienen por dentro una cuerda larga. Es cosa
de quitarle uno de los remache a la estructura metálica y la cuerda va
saliendo poco a poco, larga, larga, antes de que llegue Padre y mire las
cortinas en el suelo. No importa, Padre llega siempre tarde, ignorante,
ciego.
Yorobotúrobasélrobanosotrosrobamosellosrobanustedesrobanvosotrosrobáis.
Padre tiene sus calcetines en el cajón de enmedio, cuarenta pares de calcetines,
Padre y sus ochenta calcetines, Padre llega sólo a eso, a vestirse, la
casa es para Padre una estación, un andén.
Yosueñotúsueñasélsueñanosotrossoñamosellossueñanustedessueñanvosotrossoñáis.
(¡soñáis!). Colgar la cuerda de lado a lado de la recámara, por encima
de la cama de Padre (una cama siempre ajena, de abandono, de recuerdos);
ir poniendo los calcetines como en untendedero; luego asomarse a la ventana
para respirar, escaparse del polvo; el edificio de enfrente hace un efecto
de barrera, atrás un cielo que se distingue a pedazos (pedazos de cielo
encima de un Pablito obseso y agazapado).
Padre es noble, un santo, él no se merece este Pablito obseso encerrado
que se retuerce los dedos en la mesa, que no come, que arroja sus anteojos
contra la pared para que luego le entren unas ganas discretas, calladas,
de masticar vidrio. Por eso, por eso, Padre se ha convertido en una sombra.
Yoescapotúescapasélescapanosotrosescapamosellosescapanustedesescapanvosotrosescapáis.
También las corbatas, hay que colgar las corbatas, bajar al baño por
los frascos de alcohol. Pablito el obseso, primer lugar en el concurso
de ortografía de la escuela, maestros sonrisa idiota, diez minutos reinvindicados,
jerarca por un día, mírame Padre, hoy nadie me empuja al suelo, hoy no
me he orinado a mitad de la clase, entre las burlas a coro..., esta mañana
la humillación descansa. Pero Padre estaba hundido en su mundo de corbatas,
de casimir inglés, de grandes señores envueltos en papeles importantes.
Padre sigue lejos.
Un cerillo basta para que el primer calcetín empiece a arder, apenas
el tiempo justo para bajar corriendo las escaleras y salir por la puerta
trasera. Y los vecinos de enfrente qué se van a asomar a ver la flama,
de ahí no se van a mover, estupidizados hasta que todo termine. Yo muero,
tú mueres, todos, hora tras hora, nos estamos muriendo poco a poco, quedito,
indoloro, como Madre... algún día.