Memoria escrita
para Aníbal Núñez
I
Exiliados del tiempo
entre emboscadas piedras
con el amor cubierto de nubes
buscamos al pasado
que nos espera siempre.
II
Recuerdo tus manos, abanicos
tras la luz y tus ojos
silencios sin límite, en mágicas
tardes destinadas a poetizar
la memoria.
III
Paseando por la plaza
reencontrabas tus pasos
que volvían a tus labios
hilados de luz.
Como el liquen en la piedra
conspiraba la muerte
por atrapar tu sombra.
IV
Eras la piedra y el bosque,
la lluvia y el verso,
la huella de un corazón amigo.
V
Donde la luna despierta
tu voz alcanza el horizonte
hasta tu verso se deshace
y se rompe en pensamientos.
VI
Te enamoraban
las ruinas y las leyendas
de oscuras hazañas:
eran el destino
de tu canto,
estancias de la soledad.
VII
En cada verso tu mirada
y la inmensidad por testigo
nombraban al deseo y lo negabas
desasiéndote del tiempo.
VIII
Has dejado la senda
del rumor de las fuentes
por otro espacio nublado
que sueña en el confín,
corriente rezagada de tu omega.