BOCAS PRONUNCIAN AL MUNDO,
en red de signos lo envuelven,
y sólo queman objetos primordiales
Sí, el bosque, la jarra sin peces,
una manzana lunar sobre la mesa,
el gorrión y su voz de flores,
el gusano conducido por hormigas,
el niño y el abecedario,
se incendian en fotos sepia.
Y uno se queda en el dintel de un tren lleno de párpados,
mirándolos alejarse de los sueños,
trampas para el antojo
Los nombres asesinan objetos en patios rojizos,
absuelven cerdos y condenan ángeles;
pero en medio de los gritos de la noche,
has de saber, tú, sedienta,
que si no tenemos palabras donde acosarlos,
no vendrán el mar ni los escenarios del mundo.
Y siempre quedarán lejos y cerca
resbalándose en un largo adiós.
Cantamos contra el silencio y la ausencia
