Las Noches Fiadas, por Jordán Estevan
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Teatro Las Noches Fiadas (Indice, I, II, III, IV)

por Jordán Estevan (Marzo, 1995)


Solamente quería intentar vivir,
aquello que tendía a brotar espontáneamente de mí.
¿Por qué habría de serme tan difícil?

Herman Hesse

Prólogo
Personajes y Primer Reparto


PRÓLOGO

Desde su título queda explícito el juego de dobles y triples implicaciones y significados que comparten todos los personajes, o sea: "te fío, pero me vas a pagar...", esto es "te creo, te doy, te sigo, pero en ello hay el riesgode que me trances, de que me falles, de que no me pagues".

Y así la metáfora de un modo de ser y de vivir(de esencializar conductas) unifica y da el tono a esta comediacertera y eficaz de Jordán Estevan en la que el fiar (el creer) no es sólo una metáfora, sino una complicidadasumida... por la noche.

Para mí, desde ese planteamiento está dado el primerhallazgo autoral: los personajes se permiten creer pero sólopor la noche ya que también es sólo por la nocheque se permiten ser.

Y así, la convención que los une existe en tantoes de noche. De día es otra historia. Excepto Eustaquio,todos los demás negarán lo que se atrevieron a haceren la noche.

Y aquí el segundo hallazgo autoral: ese permitirse ser,unos de noche -y con ello liberar sus fantasías, básicamentesexuales- y, otros, a partir del amanecer, da una precisa situaciónde comedia. (Ajá, casi como de vampiros, en este caso,esencialmente lúbricos; así que nada de suponerque hay posibilidad de inmortalidad vía la mordida en la yugular).

Aquí no hay más juego que la posibilidad -tercer hallazgo- de volver a jugar el mismo juego a la noche siguientey así, aumentar cada vez más el personal deterioro,ahondar la conciencia del propio abismo, fascinarse con la capacidadde autodestrucción o sólo dejarse ir, conscientede que el callejón en que se vive no tiene salida, quees un auténtido Dead end.

Sidney Kingsley situó esa metáfora en 1937, cuandoescribió Dead end (filmada posteriormente con SylviaSidney, Humphrey Bogart y los muchachos del Dead end. dirigidospor William Wyler).

Y situó también lo terriblemente trágico de ese callejón existencial, armado así por el sistema.

Un poco antes, Gorki en Los Bajos Fondos, ya habíaculpabilizado a la sociedad por crear ghettos de miseria,donde queda, irremisiblemente perdida toda esperanza de redención.

Y mucho antes (1870), Zolá en toda su serie sobre LosRougon Macquart señaló enfurecido ese venerotrágico.

Hay pues, antecedentes ilustres de tal tema.

Hoy mismo, en México Jesús González Dávilanos recuerda una y otra vez -pero en cada obra con mayor maestría-que no todos los caminos llevan a Disneylandia y que en ese callejón sin salida el sistema sigue acumulando, implacablemente, a susjodidos.

La diferencia entre todos los autores mencionados y Jordán Estevan es que éste, además (y bien consciente deltono melodramático y el estilo verista que tiene su material)maneja esa bajada al infierno con humor. Y gracias a ello es quesus personajes no se convierten en guiñapos autocompasivosy en retazos gimoteantes de telenovela. Para nada.

El diálogo, incisivo, mordaz, caústico, hirientey muy vital, mantiene un hálito de frescura todo el tiempoy, de ese modo, aleja al espectador de las actitudes sensibleras.

Lo que estamos viendo y oyendo es algo más que un retratoverista o una estampa naturalista. Es un acto de afirmaciónen el que todos -aún cuando saben que sólo es poresa noche- se la creen así y van a jugar con sus deseosde ser, pese a que conocen de sobra que dada su realidad, sólopueden hacerlo como un juego.

Pero lo hacen. Todos. El Huesos, El Bolas, El Pancho y Eustaquiose vuelven cómplices para representar su "creerse",incluso, lo que temen ser. (De ahí que las fantasíashomosexuales afloren, también, como un juego dentro del juego).

Y esto es posible gracias a la estupenda observación de las conductas de tales personajes, cuarto hallazgo autoral.

Porque lo que nos entrega Jordán Estevan es un meticulosoy muy bien pulsado estudio de caracteres por el cuál, aunterminada de ver -o leer- la obra, sabemos que esos personajesson y seguirán siendo como los captó el autor. Yesta capacidad de recrear así -con tal perspicacia y hondura-sus variadas contradicciones y laberintos, es el quinto hallazgoautoral.

Así que se pueden revisar estas cualidades dramatúrgicassiguiendo la enumeración que aquí doy. Y van dosmás: Sexta: el maravilloso oído del autor para recogerel color de los modismos y localismos con que todos los personajesse comunican. Séptima: una como corriente subterráneaque permea toda la obra de una intensidad contenida, muy mexicana.

Son, pues, siete las cualidades autorales de este texto y noson pocas si consideramos además que es uno de los primerostrabajos de Jordán Estevan.

No me extraña, por tanto, su creciente éxito yme halaga -puesto que la obra fue escrita en mi taller- el queahora, además, se convierta en un libro.

Todo lo anterior, obviamente, es para recomendárselasy dejar, también, un testimonio entusiasta por el trabajodel talentoso Jordán Estevan, del que sé, puedoesperar obras relevantes, ya que inicia su carrera con una tannotable como Las Noches Fiadas.

Hugo Argüelles


PERSONAJES

Esta obra fue estrenada en el Foro Isabelino del Centro CulturalTecolote UNAM, el 29 de septiembre de 1994, bajo la producciónde Alejandro Salas y dirigida por Silvestre Cárdenas conel siguiente reparto:

POR ORDEN DE APARICIÓN


El Huesos
27 AÑOS
(Ricardo Victoria)

El Bolas
24 AÑOS
(Paulo Rique)

El Pancho
22 AÑOS
(Manuel Montiel)

Eustaquio
17 AÑOS
(Eduardo Narváez)

Berenice
18 AÑOS
(Jeanine Tapia)

Karina
20 AÑOS
(Georgina González)

Hombre
43 AÑOS
(Alejandro Salas)


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