A Antonin Artaud

por Rodrigo Díaz Salas


El escudo del tiempo ha venido a refugiarse
entre nosotros
entre las mujeres
entre los dedos de los recién nacidos
dejados en la puerta del frío.
Partió hace un siglo y se llena la boca con aire y fuego.
Babeando pasa detrás mío
como un fango y espuma me salpica.
Se corona en un monte lleno de árboles
y baila espinándose los pies.

Persígueme llanto. Dime si la lluvia es
blanda. Hazme dar calor a la agonía,
a la leve lengua de Dios,
nuestro mentor.
Danos el vino de lujuria y el
licor finito del orgullo. Déjanos dar
cobija a nuestra prole.
Vuelve al cordero contra el asno
y al pez dale alas.
Dime quién sigue entre las yuntas
y llévate algo para darle
una hoz quizás para que mate
o un león si dominare.


Derechos Reservados. Copyright, Péndulo 1995. México.